Los vehículos sufren el calor igual que nosotros, así que antes de ponerte en marcha tendrás que realizar aún más comprobaciones de lo habitual.
Presta especial atención a:
En cualquier caso, si el testigo de aviso de temperatura se enciende mientras conduces, para el vehículo y abre el capó para que el motor se enfríe (si es posible, aparca a la sombra). El riesgo de sobrecalentamiento del motor es muy común en atascos con exposición directa a la luz solar, y no debes tomarlo a la ligera si quieres llegar sano y salvo a tu destino.
Sal temprano por la mañana o tarde por la noche para evitar las horas de más calor y los atascos, que aumentan el tiempo de exposición al sol. No abuses del aire acondicionado, ventila tu coche abriendo las ventanillas, ya que así ahorras combustible y además evitas el choque térmico. El calor siempre cansa, así que haz descansos, al menos cada dos horas, aparca a la sombra, ventila el habitáculo y estira las piernas. Bebe agua de forma regular, sin esperar a tener sed, para evitar la pérdida de atención al volante y los dolores de cabeza asociados a la deshidratación.
Además de los efectos del calor sobre los conductores y los vehículos, las carreteras también sufren cambios que pueden ser peligrosos. Pueden producirse exudaciones (la carretera expulsa betún casi líquido = pérdida de adherencia) o desprendimientos (parte del betún reblandecido se desprende al pasar un vehículo pesado por encima). El desprendimiento puede identificarse por las manchas negras y lisas que se forman en la carretera.
Estate atento a cualquier cambio en el aspecto de la superficie de la carretera y ajusta la velocidad.