Conducir de noche es un problema para muchos conductores. La industria del automóvil está desarrollando numerosas soluciones y tecnologías para facilitar la conducción nocturna. Estas tecnologías garantizan tanto la comodidad como la seguridad de todos los conductores.
Lo primero que hay que tener en cuenta es una afección de la visión nocturna conocida como hemeralopía. En casos extremos, esta afección puede provocar la pérdida total de la vista. Si tienes dificultades para ver cuando la luz es tenue y conduces de noche, te recomendamos consultar a un oftalmólogo.
Si vas a conducir de noche, te recomendamos que garantices tu seguridad tomando nota de algunas normas esenciales. Lo ideal es que consultes esta información el día antes de salir, así tendrás tiempo de realizar las comprobaciones necesarias.
Supongamos que todo está en orden y te pones en marcha. ¿De qué herramientas y buenas prácticas disponen los conductores nocturnos? ¿Cómo sacarles el máximo partido para garantizar su seguridad y la de los demás? En este artículo respondemos a estas preguntas.
Asegúrate de que tus luces funcionan correctamente con nuestro servicio profesional de mantenimiento del alumbrado del coche.
El Capitulo X del Reglamento General de Circulación explica el sistema de alumbrado del vehículo y su utilización. Para conducir de noche, existen cuatro tipos de luces:
La iluminación matricial con adaptación automática es una innovación interesante. Los faros LED del vehículo funcionan como focos, iluminando partes específicas de la carretera. Este tipo de faros no ilumina automáticamente todo el tráfico que circula en sentido contrario y resulta más cómodo para los demás conductores. Además, proporciona una mejor iluminación de los elementos presentes en la carretera y garantiza una iluminación uniforme de la calzada y del borde de la carretera.
Cuando conduzcas de noche, asegúrate de aumentar la distancia de seguridad con el vehículo que te precede. Así, si hay algún problema, tendrás más tiempo para reaccionar. Varios estudios han demostrado que a 80 km/h la distancia de frenado de un vehículo oscila entre 15 y 21 metros. Esta distancia equivale a 3 o 4 veces la longitud del coche.
Si suponemos que transcurre 1 segundo entre la aparición de una amenaza y su percepción por el conductor, el vehículo recorrerá las siguientes distancias, en función de su velocidad:
Por lo tanto, la distancia de seguridad en ciudad debe ser igual o superior a 6 veces la longitud del vehículo. A medida que aumenta la velocidad de circulación, también aumenta gradualmente la distancia que te separa de los demás vehículos. Recuerda que puede que los demás conductores no prevean un accidente y que tu tiempo de reacción se vea reducido.
Una luz intensa puede cegar temporalmente unos ojos adaptados a condiciones nocturnas. Este inconveniente no supone un peligro para tu visión a largo plazo, pero los fotorreceptores de los ojos necesitan unos instantes para adaptarse a la intensidad de la luz. Una fuente de luz "satura" los ojos durante unos instantes, por eso los contornos luminosos persisten, aunque mires en otra dirección.
Puede que los conductores cegados por la luz ya no sean capaces de distinguir señales sutiles que exigen una reacción rápida. También existe el riesgo de que no utilicen las luces largas con la precaución necesaria. Las luces largas pueden llegar a cegar a un automovilista que intenta apartar la mirada.
Dirige tu mirada hacia las rayas situadas al borde del arcén, así sabrás por dónde circulas y evitarás que te cieguen las luces que apuntan en tu dirección.
La suciedad en una ventanilla puede reflejar la luz hacia el conductor y molestarlo. El conductor también podría malinterpretar el reflejo como una señal de tráfico en sentido contrario o un coche que intenta adelantar. Para evitar estos riesgos, te recomendamos lavar a fondo los dos lados de todas tus ventanillas antes de ponerte en marcha.
En invierno, lo mejor es encender la calefacción para derretir la escarcha de las superficies acristaladas. Las pequeñas gotas de agua helada pueden actuar como lentes, reflejando la luz y multiplicando su efecto por diez.
Los cristales empañados por dentro también son un peligro. Conducir de noche requiere una atención total, e incluso el más mínimo vaho puede dificultar la percepción del peligro. Para no dejar nada al azar antes de salir a la carretera, lo mejor es encender el aire de las ventanillas y eliminar el vaho.
Antes de conducir de noche, debes limpiar los faros con el mismo cuidado que los cristales. La seguridad de los demás automovilistas está en juego, ya que unos faros sucios u opacos pueden reflejar la luz en direcciones inesperadas. En situaciones extremas, la suciedad puede reducir considerablemente el flujo luz.
Te recomendamos tener cuidado con los faros "opacos", sobre todo si tu coche tiene más de 10 años. La oxidación de los faros destruye su película de protección UV. El rayo de luz corre el riesgo de adquirir un tinte amarillento que es más difícil de percibir que el blanco.
Si tienes en cuenta todas estas precauciones y las aplicas, podrás conducir sin miedo. Con la experiencia, pronto descubrirás que conduces de noche con mayor facilidad. De hecho, algunos conductores prefieren viajar de noche porque las carreteras están menos transitadas y las luces de los demás vehículos se pueden ver a gran distancia.